Voy a contarte una historia.
Imagina que trabajas en el ejercito, te encargas de las telecomunicaciones.
De ti depende que lleguen los mensajes en mitad de la batalla, órdenes de ataque, de defensa, de retirada y emboscadas.
Si no haces bien tu trabajo hay gente que muere.
Como te preocupa tu trabajo te esfuerzas, entrenas, practicas. No te quejas a pesar de lo duro que es.
Un día, te llaman.
Han atacado una ciudad cercana y hay que movilizarse para defenderla.
Te preparas, junto con tus compañeros.
Tienes las de perder, es una ciudad costera. Atacan por mar y os superan en número, cuando llegas es un caos.
Pero esa es la parte fácil.
En tu base, la ciudad donde vives, tienen orden de estar pendientes de el resultado de la batalla.
Si ganáis y lográis defender la ciudad genial.
Sino tienen órdenes de eliminar a todas las mujeres y niños para evitar que cojan rehenes y usen a los niños como soldados de guerra.
Están a la espera de las noticias que mandes, si no reciben nada en unas horas tienen órdenes de ejecutar a todos ya que supondrán que la batalla se ha perdido y nadie les ha podido avisar.
La batalla se alarga y en contra de todo pronóstico ganáis, pero…
Los sistemas de comunicaciones no funcionan.
No hay manera de avisar a la base.
La única alternativa es ir y avisarlos antes de que ejecuten el plan.
Tú eres de los pocos supervivientes y del equipo de comunicaciones, eres de los más preparados.
La única manera de avisarles es ir corriendo.
A pesar de estar en forma y entrenado es duro, no sabes la distancia pero sabes que son kilómetros y el tiempo es crucial.
Es verano, hace calor, pero no puedes parar.
Sigues, no sabes lo que te falta por llegar pero cada minuto es crucial.
Llevas horas corriendo, ves por fin tú destino.
Aprietas, te cuesta respirar, te notas mareado, pero sigues.
Un paso más.
Uno.
Llegas y atraviesas las puertas, hay gente expectante, te conocen, no te salen las palabras, el corazón te va a mil. No eres capaz de recuperar el aliento.
Consigues decir una palabra.
“Ganamos”.
Ese día murió un soldado que formaba parte de un grupo de élite, salvó cientos de vidas.
Dicen que se llamaba Filípides y que recorrió 42 Kilómetros para anunciar la victoria de la ciudad de Maratón.
Hoy millones de personas sueñan con correr esa distancia.
Quizás eres una de ellas.
Cuando vayas a entrenar, piensa en esta historia y si te estás esforzado lo suficiente.
PD: Cuando entrenas, tener un motivo lo suficientemente importante es lo que marca la diferencia.
Buena historia Miguel, añadir una anécdota que me contaron en mi 1ª maratón: La distancia fueron realmente 40km. Sólo fue a partir de los JJOO de Inglaterra en 1908 cuando se cambió a 42 por 'necesidades' de la reina de Inglaterra, y es que entonces ya mandaban mucho los ingleses... Pero esa es otra historia.
Que bueno!
No lo sabía, miraré eso, a ver porqué decidieron cambiarlo 😬 Gracias Guille